La declamación muda explora el ritmo íntimo de la respiración como origen del movimiento y detonante de una musicalidad constantemente renovada en cada inhalación y exhalación. Se comienza con el aliento como primer fenómeno después del silencio, manifestando íntimamente la aproximación entre el hálito y el aire. Tal y como dice Gaston Bachelard, en El aire y los sueños, imaginación del movimiento (1958): «El viento es para el mundo, lo que el hálito para el hombre, manifestación de «la expansión de las cosas infinitas», llevan a lo lejos y cerca el ser íntimo haciéndolo participar en todos los lugares del universo». Durante este viaje aparece el sueño del vuelo onírico o el deseo de volar. Entendiendo vuelo como una sublimación compleja del hombre, que comienza con sus primeras experiencias aéreas. El primer ser volador es el soñador que como el moviente viven un estado imaginario o ilusorio. El pájaro es una metáfora de la sublimación del vuelo onírico.