CRISÁLIDA
Con un danzar titubeante, el contorno de lo humano se desdibuja, se huye, se emborrona, mutando elásticamente entre imágenes reconocibles y cuerpos por descubrir. Ante nosotros, vemos una humanidad patética en proceso de disolución; acogiendo, no su naturaleza, sino la naturaleza misma, en su condición catastrófica, ocupando lo abierto, lo fértil - deviniendo paisaje. Crisálida repite la eterna pregunta de qué es el ser humano: no para encontrar la esencia fija y olvidada de la humanidad, sino alguna forma (humana) de esperanza en medio de las cenizas de los hombres. En un espacio imprevisto, queremos pensar cómo vivir nuestros cuerpos, como recordar el único que es inmutable en nuestra.
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Ayuda externa en ensayos:
Nico Jongen y Cruz Hernández Molla.
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